martes, 13 de octubre de 2009

Inevitablemente


Tus manos tomaron las mías y su calor hizo fuego en mi corazón, huerto árido en donde late la sabiduría de mi existencia. Tu cuerpo se abrigó con el mío mientras desayunábamos café a la vera de un mar de seda que ondeaba de alegría. Tus ojos me miraron tiernamente y entonces las flores brotaron anunciando la llegada de la primavera. Luego el amor nos llevó a navegar y juntos lo hicimos durante ocho años, creo que hicimos lo que pudimos y nos amamos a nuestra manera, juntos viajamos sin rumbo hasta un día encallar en las playas del olvido. No fuimos miserables, descollábamos ternura, fuiste ciega y yo fui sordo y entonces sucedió lo que siempre sucede, inevitablemente.

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